Reconstrucción interior y entrega El año 2020 que nos ocupa pasará a la historia, entre otras cosas, como el del “coronavirus”. Ha sido y sigue siendo para nosotros una “prueba fuerte”. Los humanos nos hemos enfrentado con la fragilidad de nuestra condición; en la época de los grandes avances científicos y tecnológicos nos ha tambaleado el misterio de la naturaleza y de la vida como algo que realmente nos supera. Cuando nos creíamos héroes, un virus invisible nos ha recordado que somos mortales. Creyéndonos muy poderosos nos hemos hecho muy humildes. Diversas consecuencias está teniendo el virus en nuestro mundo y en nuestras vidas: avanza una crisis económica y social, y varias voces señalan que los humanos estamos como más inquietos y estresados, como “menos centrados en lo esencial de las cosas” resultado de la crisis humana y espiritual que nos invade. Nosotros, los cristianos, los tiempos de prueba los vivimos como tiempos de purificación y crecimiento, y las dificultades que vivimos, con la ayuda de la gracia, las transformamos en oportunidades de desarrollo personal y comunitario. Así, presenciamos también en estos meses una gran corriente de solidaridad y generosidad en muchas personas que han salido al servicio de los demás en estos tiempos de prueba. Necesitamos recuperar nuestra paz interior, los humanos necesitamos comprender qué somos y para qué vivimos, cuál es el encanto de vivir en felicidad y armonía. Nos entenderemos plenamente cuando siendo humildes aceptemos que nuestra vida está siempre en las manos de nuestro Creador y Salvador. “Reconstrucción interior y entrega” es el lema del proyecto educativo de nuestro curso 20-21; curso el que hoy no sabemos como acabará. Hoy parece que todo habla de “reconstrucción” … economía, educación, política… No hay auténtica “reconstrucción” si no hay honda “reconstrucción interior”, humana y moral en cada ser humano. Nosotros con nuestro Proyecto Personal de Vida (PPV), vamos a trabajar en este curso las fortalezas de la templanza y de la justicia. La TEMPLANZA nos ejercitará en el orden interior, en el dominio de sí -autocontrol-, en la humildad y en la paciente y crítica estudiosidad. La JUSTICIA es la que nos tiene que acompañar en este curso a vivir de forma sana y cuidada en un colegio, en una familia y en un mundo que tengo que hacer saludable cuidándome a mí y a todas las personas en un respeto humano y entrega solidaria. “Entrega” es concepto que expresa qué es el amor solidario; amar es hacer de la vida una “entrega” pues “nadie tiene amor más grande como el que da la vida por sus amigos” (Jn 15, 13). Este lema nos ayudará este curso a una permanente “reconstrucción armoniosa de nuestra cabeza, corazón y manos” desde el autocontrol y la justicia. Nos hará llegar al fondo de las cosas y al corazón de nosotros mismos, donde mora Dios, para desde lo más profundo de lo bueno y verdadero, tomemos las decisiones que nos hagan crecer. El curso pasado también fue el de la “gota fría” o “dana” y el del 450 aniversario de nuestro querido Santo Domingo. La celebración del Congreso Diocesano de Educación estimuló a todos los docentes a pensar bien la educación y el futuro de la humanidad y acogiendo la actualidad de las voces de los que verdaderamente piensan la educación y la del propio Papa Francisco, se nos indicaba un camino de “construir personas” y educar hacia un “humanismo solidario y fraterno”. En manos del Señor ponemos este curso. Con el plan de pastoral de la Diócesis volveremos a centrar nuestro encuentro con el Señor en la Eucaristía y en el domingo como “día del Señor”. Lo que nosotros buscamos y Dios quiere es que seamos felices, y para ello hemos de buscar el alimento del alma pues el del cuerpo es insuficiente para una sabia “reconstrucción”.]]>