Discurso de 2ºBTO-A:

Buenos días a todos. En primer lugar deciros que no debería estar yo aquí leyendo esto, si no mi amiga Sofía. No ha podido venir hoy por motivos de salud, pero sé de primera mano la ilusión que le hacía este momento. Sofía si me estás viendo ahora mismo, quiero mandarte toda la fuerza del mundo. Te quiero.

¿Qué raro se nos hace volver aquí, no? . Pocos hubieran apostado a que nuestra generación del 2002 fuéramos a poder gozar de este día, pero aquí estamos de una manera u otra, y doy gracias al colegio por no olvidarse de nosotros y cumplir lo que un día prometieron: celebrar nuestra graduación.

Este es nuestro segundo hogar, donde hemos crecido, hemos madurado, hemos adquirido valores inigualables y nos hemos convertido en las personas que somos hoy en día, donde han contribuido desde los profesores que plantaron nuestra semilla en infantil y primaria, hasta todos los demás que han ido regando y recogiendo nuestros frutos a lo largo del tiempo.

Durante este último año fuera del colegio, nos hemos visto obligados a aprender a vivir sin ese aporte diario que nos ofrecíais, fuera de esa burbuja protectora donde nos refugiábamos y os aseguro que no ha sido fácil, pero lo vamos logrando y esperamos que estéis tan orgullosos de nosotros , como nosotros lo estamos de pertenecer a esta gran familia que hemos labrado.

Me gustaría destacar lo afortunados que somos al haber podido contar con algunos de los docentes que han pasado por nuestra etapa educativa. Gracias a nuestros tutores y profesores , en especial a Don Raúl Morante, el cual nos dejó una enseñanza preciosa (una de tantas) y que espero que nunca olvidéis: solo la educación garantiza el progreso social y sostenible del mundo. Gracias por aportarnos mucho más que temario.

Jamás se nos pasaría por la cabeza que comenzaríamos segundo de bachiller con la DANA, retrasando una semana el comienzo de las clases.

El inicio de 2020 nos trajo de vuelta al colegio a nuestra queridísima amiga Nuria, tan anhelada por todos, victoriosa y más fuerte que nunca. Eres un regalo y un ejemplo de superación para todos nosotros, tan bondadosa, tan humilde y tan bella persona. Siempre dando tanto sin pedir nada a cambio. Has sido luz entre la oscuridad. Gracias amiga.

Un rayo de esperanza nos abrazó hasta que el desolador mes de febrero nos arrebató a una de las personas más especiales, Martita.

Perdón por darte este protagonismo, casi puedo notar cómo te morirías de la vergüenza, pero esta vez vas a tener que perdonarnos. No creas tampoco que te ibas a librar de la graduación, tu silla está aquí, con nosotros, al igual que tu presencia.

Recuerdo perfectamente la última vez que te vi. Estabas acostada, preciosa y lucías en los hombros esta misma beca que hoy llevamos.

Cómo desearía que tu abrazo me apretara más y más fuerte, hasta quedarme sin respiración.

Te extrañamos Marta, nuestra estrellita. 

Quiero dar las gracias al equipo de profesores y las demás tutoras, por la delicadeza, el respaldo y el apoyo durante los días posteriores. Quizá no lo dijimos en su momento, pero necesitábamos ese abrazo, gracias.

Llegó marzo y entre preparativos de la Convivencia manteníamos viva la pequeña llama de la ilusión en nuestro interior, haciendo caso omiso a aquel virus tan raro que rondaba por China, del que ni siquiera sabíamos su nombre. Recuerdo perfectamente cuando de parte miércoles, en una clase de matemáticas, apunto de irnos a casa, nuestro profesor Don Luis Ruiz de Toro nos advirtió de que deberíamos ir recogiendo nuestros libros porque nos iban a confinar en casa . Todos nos reímos pensando que nos estaba tomando el pelo.

¿Confinamiento? Casi no había escuchado esa palabra en mi vida, y “pandemia” tan solo era un término más en los apuntes de biología.

El cachondeo se mantenía latente aún al día siguiente, el día previo a nuestro día de Convivencia.

Todo iba sobre ruedas hasta que esa misma tarde nos advirtieron de un comunicado del ayuntamiento, el cual impedía realizar aquello que cualquier estudiante de santo domingo lleva soñando con hacer desde que es pequeño.

Por suerte, decidimos que no permitiríamos que se nos arrebatase la ilusión acumulada, así que, con un micrófono, un altavoz y la generación del 2003 apoyándonos en las gradas, dimos comienzo a una convivencia improvisada, con la adrenalina por las nubes y las lágrimas amenazando con saltar de nuestros ojos.

No fue el acto que teníamos preparado, pero fue nuestra convivencia. Especial como ella sola, diferente, donde se respiraba compañerismo.

Entre aplausos de la grada nos fundimos en un abrazo final que significó una inmensidad para todos nosotros. Los minutos que prosiguieron a aquello, estaban cargados de lágrimas agridulces.

A pesar de todo, me sentí orgullosísima de ver nuestra unión y de pertenecer a la generación del 2002. Os quiero chicos.

Don Luis, tenías razón. Nos confinaron a los dos días siguientes. Serían solo 2 semanas y volveríamos a la carga, a preparar esa temida selectividad, pero qué inocentes fuimos cuando nos dimos cuenta de que las semanas pasaban y no había quien pudiera volver al colegio.

Ya no íbamos a sentir aquel aquel silencio sepulcral que se mantenía con las notas de matemáticas, ni volveríamos a salir a la pizarra para pelarnos con la sintaxis,  o las disoluciones. El workbook tampoco lo sacaríamos minutos antes de la clase para hacer esos deberes que siempre se nos olvidaban, lo sentimos profes.

Hemos sido una promoción que ha pasado de lucir el uniforme granate al azul marino, así como de llevar la agenda en papel a utilizar el colegio virtual, y por último, de dar las clases en una pizarra a darlas por Google Meets.

No fue nada fácil acostumbrarnos. Pero como siempre, salimos adelante, no tuvimos alternativa.

Todavía recuerdo aquellas últimas sesiones de clase en las que llegaba el momento de despedirnos y colgar y no sabíamos cómo hacerlo. Simplemente, no queríamos decir adiós. No podía ser así nuestra despedida

Sé que aquellos momentos fueron tan duros para nosotros como para vosotros, estábamos tan lejos los unos de los otros… pero las emociones traspasaban la pantalla y no miento si os digo que nos caían las lágrimas mientras manteníamos el micro apagado y comentábamos por el grupo de Whatsapp lo tristes que estábamos.

Con mucho trabajo a las espaldas y un nudo en la garganta tras 3 meses de confinamiento, volvimos a pisar nuestro colegio en pleno julio. Creo que la mejor noticia que nos pudieron dar después de tanta angustia fue que haríamos la selectividad en nuestros respectivos centros.

Fueron 3 días intensos, pero salimos victoriosos, con mil ganas de comernos el mundo y la vida.

No sabéis la alegría que me da ver lo felices que sois algunos con vuestras carreras y proyectos, estoy segura de que llegaréis lejos.

Quién sabe qué será de nosotros mañana, por lo que cada día deberíamos disfrutarlo como si fuera el último, y jamás deberíamos olvidar o pasar por alto el decirles a las personas que nos importan que las queremos, que no hay nada mejor en la vida que dar y recibir amor , así como dar las gracias y ser agradecido.

Así que, papás que me veis desde casa, amigos y profesores presentes y no presentes, gracias de corazón por tanto y por todo, os quiero. Marta, espero que sigas teniendo buen viaje, y que sigas revolucionando el mundo y escuchando esas canciones que te mueven el alma. Te quiero.

Sofía Salinas y Paula Ortiz

2ºBTO-A

Discurso de 2ºBTO-B:

Buenos días a todos los que nos acompañáis en un día tan especial para nosotros. Hoy vamos a celebrar, por fin, nuestro tan esperado acto de graduación en el que cerramos una de las etapas más importantes de nuestras vidas. Hemos compartido quince años de los cuales atesoramos recuerdos, amistades y experiencias que, sin lugar a dudas, nos han llevado a ser las personas que somos hoy en día. Lo más importante de ello es que todas las cosas que hemos vivido aquí nos acompañarán siempre que echemos la vista atrás, pues todo ello se queda con nosotros de forma permanente en un rincón de nuestro corazón, siendo así algo que siempre podemos volver a recordar cuando nos echemos de menos los unos a los otros.

A lo largo de este camino, personalmente me toca dar las gracias por haber podido conocer a una de las personas más especiales que ha formado parte de mí. Y es que en un día como hoy, se nos hace imposible no acordarnos de ti, Marta, no mirar hacia tu silla que hoy está vacía, y no sentir más que nunca el vacío que al no estar tú siempre nos acompaña.

Recuerdo que en Primero de Bachiller me enseñaste tu diario de cuando tenías diez años en el cual me dibujaste con cuernos en la cabeza porque decías que era muy mala contigo. Nadie podía creerse que diez años más tarde y habiendo sido enemigas y rivales en primaria, ibas a convertirte en alguien esencial en mi vida. Tuvimos la suerte de reencontrarnos, para cambiarme la vida y hacer de ella algo mucho mejor. De ese año recuerdo que lo que más me sorprendió de ti era la forma de la que hablabas de las cosas que te gustaban y de cómo tratabas a los demás. Poco tiempo después ya nos habíamos convertido en amigas inseparables. Inma, Marina, María, Lucía, Ana, el resto de tus compañeros, profesores a los que siempre asombrabas por tu forma de ser, tu familia y el resto de tus amigos podemos afirmar que desde que apareciste en nuestras vidas hiciste de ellas algo mucho más feliz. Contigo cualquier problema desaparecía, cualquier mal día se convertía en una anécdota que siempre recordar, y cualquier canción se volvía especial. Hacías de días en tu casa, aparentemente insignificantes, los más especiales y eras capaz de sacarle una sonrisa a todo el mundo. Puedo decir que gracias a ti todo era distinto y que nunca pensé que conocería a alguien como tú.

Siempre vas a ser esa luz que nunca se apaga, el recuerdo más bonito y todas tus canciones favoritas que les enseñabas a todo el mundo. Siempre vas a ser todas esas cosas que nos enseñaste, el abrazo más sincero, y la risa más contagiosa de todas. La alegría que nos regalabas nada más entrar por la puerta a las nueve de la mañana, o quizás un poco más tarde ya que la puntualidad no era lo tuyo. El viaje a Italia y lo feliz que eras en verano porque podías pasar mucho tiempo con tus amigas en la playa. Aquella persona a la que acudir siempre que algo nos preocupara, y la estrella que más brilla. El último concierto al que fuimos en noviembre y las horas que pasábamos hablando acerca de todo. Siempre vas a ser nuestra mejor amiga el esfuerzo que hiciste en enero por poder vernos, y todas las flores que se han convertido en tuyas. El everglow que nos ahora nos protege a cada paso que damos, y la mujer de verde que nos rescataba siempre que los malos eran más fuertes y volar no era tan fácil.

Te echamos mucho de menos; a ti, a lo felices que éramos contigo, y a todo lo que hemos vivido a tu lado a lo largo de tantos años. Sabemos que estás aquí presente, y formas parte de todo lo que te gusta, de todos nuestros recuerdos y de todas las cosas que nos quedan pendientes por hacer. Te seguimos recordando todos los días, y sabemos que sigues cuidando de cada una de nosotras, que te alegras con cada paso que damos, y que nos sigues ayudando y riéndote a nuestro lado. Como dice esa canción que tanto te gustaba, “cada vez que miremos a las estrellas, miraremos como brillan por ti y por todo lo que haces”, y recordaremos a la persona tan maravillosa que tuvimos la suerte de conocer.

Ahora nos encontramos dedicándote este día, haciendo aquellas cosas que sabemos que tú querrías hacer, poniendo canciones de Mamma Mia, y todas aquellas que siempre dijeron tanto, y acordándonos de lo especial que eres. Por ello, vamos a disfrutar de este día como sabemos que tú harías, porque sabemos que nos estás viendo y que nos estás acompañando. También sabemos que cuando nos volvamos a ver tendremos muchas cosas que contarnos y nos volveremos a reír de todo, como hacíamos siempre. Tú, y todas las cosas que eres y significas siguen conmigo y van a seguir para siempre, que aunque te encuentres lejos te sentimos muy cerca, y que seguiremos bailando juntas hasta que todo acabe.

Te queremos mucho Marta.

Marisa Bernabé Aliaga

2ºBTO-B

Discurso de 2ºBTO-C:

Estimado equipo directivo del colegio diocesano Santo Domingo, señor director D. José María Ferrández Corredor Soriano, profesores y personal de mantenimiento del mismo, alumnos, padres y madres, familiares, amigos y amigas que habéis querido acompañarnos en este día tan especial desde el otro lado de la pantalla, tutoras de nuestro 2o de bachillerato, pero en especial, compañeros y compañeras, muy buenos días a todos:

Antes de comenzar estas breves palabras, me gustaría agradecer a todas y cada una de las personas que han hecho posible este reencuentro, después de un año y medio. Gracias de corazón, por demostrar que aunque el tiempo pase, nuestro colegio, nunca nos olvida.

Aún me pregunto, si realmente el tiempo pasa tan rápido, si los recuerdos quedan marcados en cada uno de nosotros, pero sobretodo, si estamos aprovechando todos y cada uno de nuestros días. 

Éramos nosotros quienes hace años entrábamos a este colegio, con muchas ganas de conocer a quienes hoy son parte de nuestra familia, y con algunas lágrimas de sentirnos en un lugar diferente, pero sobretodo de distanciarnos unas horas de las personas a las que les debemos nuestra vida, nuestros padres y madres.

Los años han ido pasando, nosotros hemos ido creciendo, y es que no hay sensación más bonita que acabar con quienes empezamos.

Hoy estamos aquí, quienes hicimos frente a esos duros, tristes e intensos cursos. Y es cierto, aquí hemos encontrado amistades que serán para siempre, hemos compartido momentos que serán únicos e irrepetibles, pero como diría Rahm Emanuel, “tendrás fracasos en tu vida, pero es lo que haces durante esas caídas lo que determina la altura a la que llegarás”

O como diría Fernando Anfus, “Hemos luchado mucho para estudiar y graduarnos, pero lo irónico de todo es que… hoy empieza la verdadera lucha”, y es cierto, hace unos meses nuestra vida empezó de 0, dejamos atrás mil historias, personas, pero en concreto, hoy, dejamos atrás nuestro colegio, nuestra casa durante 15, 8 o incluso 2 años. Y es que nadie puede hablar de esto, ni siquiera sentir todas y cada una de las lágrimas que hoy nos rompen en pedazos al tener que decir adiós a todo lo que nos rodea.

Ni mucho menos esta es la despedida que queríamos darle a esta gran familia. Tampoco esperábamos la ausencia de una compañera en este dia tan especial y emotivo para todos. No esperábamos el no poder celebrar, aquello que tantos años llevábamos esperando, nuestra convivencia. Tampoco entraba en nuestros planes, las enfermedades que por desgracia han estado presentes en estos últimos años, y que hoy su superación merece fuertes aplausos.

Hoy podemos estar orgullosos de todos los valores que nos llevamos de aquí, respeto, educación, pero sobretodo, amor al prójimo, amor al que no tiene, al que nos rodea, amor a la persona en sí. Señas de identidad de nuestro colegio, fruto del proyecto personal de vida realizado durante nuestra trayectoria en este centro.

Queridos padres, está claro, que en sus hogares pueden estar los mejores ingenieros, arquitectos, médicos, científicos, farmacéuticos, economistas, abogados, políticos, empresarios, cuerpos de seguridad del Estado, profesores, psicólogos y periodistas del futuro, lo serán por su capacidad intelectual, y además lo serán por sus valores como personas.

Desde aquí me gustaría mandar un fuerte abrazo de parte de todos, a aquellas personas que nos dejaron años atrás, por diferentes circunstancias, porque también forman parte de esta gran familia.

Que complicado va a ser levantar cada mañana y pensar que ya no verás a tus compañeros, que ya no te pondrás este uniforme, pero en especial, que no regresarás a esta casa, en la que algún día, todos fuimos felices.

Gracias.

Alejandro Mora García

2ºBTO-C

Discurso de 2ºBTO-D:

Buenos días a todos los presentes en este esperado y extraordinario acto de graduación de los alumnos de 2º de Bachillerato de la promoción 2019/2020. Reitero los saludos que han efectuado los compañeros que me han precedido.

Parece mentira que después de aproximadamente un año y medio, volvamos a estar juntos, volvamos a reunirnos todos en este maravilloso refectorio que tantos recuerdos nos trae, para por fin poder despedirnos de la forma que todos esperábamos desde que éramos unos niños. A veces, no nos damos cuenta de todo lo que nos pasa a nuestro alrededor, de las experiencias que vamos viviendo a lo largo de los años, hasta que un día como hoy, miramos hacia atrás y comenzamos a recordar miles y miles de momentos, un gran recorrido que a pesar de que acabó antes de lo esperado, hoy podemos decir que cerramos de verdad una gran etapa muy importante para todos los que estamos aquí presentes.

Gracias a todos y cada uno de los profesores que han formado parte de nuestra etapa en este colegio. Gracias a vosotros y a vuestra paciencia infinita hemos aprendido a confiar en nosotros mismos, a dar todo de nosotros, a superar momentos y seguir adelante aún cuando creíamos que no éramos capaces de dar más. Muchas gracias por apoyarnos y estar a nuestro lado ya no sólo académicamente si no, cuando por circunstancias personales veíamos todo negro y no teníamos fuerzas para continuar. Es ahí cuando nos damos cuenta de que, además de transmitirnos conocimientos y habernos formado académicamente hemos conseguido crear una alianza entre la familia y el colegio, entre profesores y alumnos y entre compañeros. Es por ello que, os estaremos eternamente agradecidos por el esfuerzo, dedicación y cariño que habéis mostrado en todos nosotros.

No puedo olvidarme de aquellos que tomaron la decisión de que nos formáramos educativamente en este colegio lleno de historia y emblema universitario de la provincia de Alicante. Ellos son nuestros padres, a los que queremos agradecer esa decisión que sin duda alguna va a marcar todas nuestras vidas, gracias de corazón. Nuestros padres siempre han estado a nuestro lado, en los momentos más difíciles que todos hemos tenido a lo largo de todos estos años y a lo largo de todos los ciclos formativos, apoyándonos en la mayoría de las ocasiones, exigiéndonos sin duda por nuestro bien unos resultados académicos mejores, tomando nota de las veces en que los profesores los llamaban a capítulo para darles alguna que otra queja o algunos malos resultados, que de todo ha habido como es natural. Los padres y madres, la familia, en definitiva, son hoy también protagonistas principales de este agradecimiento y es una verdadera lástima que no puedan asistir hoy debido a la pandemia que nos viene afectando desde hace año y medio y a otros desgraciadamente los llevamos de forma permanente en nuestro corazón. Gracias de nuevo a todos ellos y disculpar que nunca os lo digamos ni reconozcamos, pero lo sabemos y con eso es bastante.

Todo empezó hace 16 años, éramos niños inocentes entrando por una puerta inmensa y sin saber ni imaginar a dónde llegaríamos a día de hoy. No creo que ninguno de nosotros pueda recordar nuestro primer día de colegio, pero por las anécdotas que nuestros padres seguro que nos han contado a muchos de nosotros, todo eran lloros y protestas para que no nos soltaran las manos y nos dejaran en las aulas. ¡No quiero ni imaginar la paciencia que debían tener las profesoras de infantil para poder lidiar con tanto grito y tanta lágrima día tras día! Gracias de verdad.

Más tarde, llegó el día de cerrar nuestra primera etapa en este colegio para comenzar un nuevo ciclo. Recuerdo el primer día de primaria, todos en fila, por un lado, emocionados al sentir que ya éramos un poco más mayores y, por otro, tristes y con mucha incertidumbre al saber que los compañeros y amigos con los que habíamos pasado los primeros tres años de colegio ya no

serían los mismos. Lo que no imaginábamos era que probablemente llegaban seis años increíbles para todos nosotros y estoy segura de que miramos hacia atrás y recordamos los años de primeria con mil anécdotas y unas cuantas risas de más.

Conforme pasaron los años cada sección fue creando una familia, hasta el punto de no tener ni que pensar a quién invitar a tu cumpleaños ya que comprabas tantas tarjetas de invitación como gente había en tu clase porque no podías hacer una selección. Es más, era tal el cariño que sentíamos cada uno por nuestra clase que por defender a alguno de los nuestros comenzaban los conflictos entre el A y el C, el B y el D y viceversa. Aunque bueno, como no recordar los partidos de fútbol femeninos y masculinos en el comedor en los que dejábamos atrás la sección a la que pertenecíamos cada uno para unirnos y vencer a otros cursos, imposible olvidar los bailes del concurso “Tú si que vales” de la convivencia, viajes a Terramítica, al descenso del Río Segura… y de repente, en un abrir y cerrar de ojos llega el último día de primaria. ¿Lo recordáis verdad? Todos tristes, cada sección con una camiseta de diferente color, con una frase distinta, muchos abrazos y mucha lágrima de despedida.

Era la hora de cerrar otra nueva etapa en el colegio, la hora de decir adiós a una clase con la que habíamos compartido seis años de nuestra vida, la hora de despedirse de lo que había sido una familia durante todos esos años. Estoy completamente segura de que todos los que estuvisteis en primaria podéis afirmar que habéis tenido una infancia verdaderamente envidiable. Una infancia llena de momentos para recordar, llena de anécdotas que, a día de hoy, nos siguen sacando una gran sonrisa.

Septiembre de 2014, era la hora de iniciar la etapa de secundaria. Dar la bienvenida a nuevos compañeros y a nuevos profesores. Todo era diferente, las cosas ya no eran tan infantiles, los profesores nos trataban como si fuéramos pequeños adultos. Al principio todo era extraño, mirabas a los compañeros de clase y no veías las mismas caras de siempre, incluso en ese momento hubiésemos sido capaces de dar lo que fuera para que nos volvieran a juntar con nuestros compañeros de primaria. Sin embargo, sé que hoy en día todos agradecemos la idea de habernos mezclado unos con otros ya que, gracias a ello hemos podido conocer y crear nuevas amistades con gente que jamás pensaríamos que fuéramos a entablar mas de dos palabras seguidas. Además, ese ha sido uno de los factores más importantes por el que todo nuestro curso siempre ha sido una gran familia y por el que todos nosotros hemos estado tan unidos.

Los años de secundaria han venido acompañados de muchos más momentos y viajes como Almagro, Granada y para algunos cuantos amantes y fieles de la nieve como yo, Andorra. En mi caso y sé que en el de muchos otros, tener la oportunidad de viajar seis años seguidos a la estación de esquí de Grandvalira ha sido una suerte increíble. Era una de las semanas más esperadas del curso, donde te relacionabas con gente mayor y menor y donde aprendías a convivir con ellos de una forma completamente diferente a lo que estábamos acostumbrados. Aunque también hay que decir que volvías a casa lleno de moratones y con unas cuantas tareas de clase atrasadas.

En definitiva, la ESO fue un periodo de maduración y preparación para poder iniciar la última etapa en este colegio, Bachillerato.

Comenzar este último ciclo supuso un golpe de realidad para todos nosotros, después de tanto tiempo solo nos quedaban dos años en el colegio. Dos años duros, con decisiones que marcarían nuestras vidas, con situaciones a las que nunca imaginaríamos enfrentarnos, pero, a pesar de ello, echamos la vista atrás y como olvidarnos de cada clase, cada intercambio en el pasillo o con pelotas volando jugando al 1 X 2, cada recreo con sabor a poco, las caras de zombies en las semanas de exámenes, ensayos de la convivencia… Porque como olvidar nuestro tan esperado viaje a Italia, un viaje de unión al lado de personas increíbles y que recordaremos para siempre, lleno de mil anécdotas que mejor guardar para nosotros. Cada vez quedaba menos para que llegara el momento más temeroso y el que más nos nombraron durante estos dos años, la selectividad. Como todos sabemos 2 de Bachiller fue un año extraño, diferente, triste y con muchos sentimientos encontrados, personas que no pudieron iniciar junto a nosotros este último año y otras que por desgracia nos dejaron a mitad.

Y, por si fuera poco, 12 de marzo de 2020, día antes de la convivencia, todo preparado, emociones, nervios, ensayos, y de repente, una pandemia mundial llamada Covid-19 y, por ello, se suspende lo que para muchos de nosotros llevábamos esperando desde los 3 años. ¿Quién lo hubiese imaginado? Pero como buenos adolescentes inconformistas, supimos celebrarlo de otra manera.

Lo que no sabíamos era que después de ese 12 de marzo, no volveríamos a pisar las aulas hasta tres meses después. El confinamiento fue desesperación e incertidumbre para todo el mundo y, a nivel académico todo era nuevo tanto para los profesores como para los alumnos. Tuvimos que aprender a hacer todo a través de una pantalla, pero, gracias a vuestro esfuerzo y dedicación fue posible.

Nos fuimos del colegio sin una verdadera despedida, pero esto no podía acabar así. Después de un año y medio volvemos a estar aquí para cerrar de verdad una etapa como nos merecemos. Y como esta graduación es especial y extraordinaria, al menos podemos hablar desde la perspectiva de haber tenido la experiencia universitaria en la gran mayoría de nosotros. No cabe duda de que nos esperan unos años apasionantes y en los que todos tenemos puestas nuestras esperanzas para seguir formándonos en lo que creemos debe ser nuestro futuro profesional.

Desde aquí os ánimos a todos y a todas para que lo vivamos con intensidad y aprovechemos todas las oportunidades que se nos abren en este mundo tan desordenado e insolidario. Pongamos nuestro grano de arena y, en la medida de nuestras posibilidades, por pocas que sean, nunca olvidemos que somos unos privilegiados, unos pocos entre muchos que debemos ser muy generosos siempre con quienes más lo necesitan, como valores que nos han inculcado en nuestras familias y que se han fomentado en este colegio, junto a otros tan importantes como aprender a ser justos en todos los ámbitos de la vida, tener siempre compromiso social, ser analíticos con rigor, ser fuertes y respetar y defender siempre la verdad.

Me despido agradeciendo públicamente todo lo que soy y seré, a la estrella que más brilla en mi cielo y que me acompaña todos los días de mi vida.

Muchas gracias y hasta siempre Santo Domingo.

Ana Ros Castejón 2ºBTO-D

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