PARA TU REFLEXIÓN PERSONAL

La virtud de la prudencia

Durante este tercer trimestre estamos trabajando la virtud de la prudencia.

Pero, ¿Qué es la prudencia?

La prudencia es la causa, raíz, madre, medida, ejemplo, guía y razón formal de las virtudes morales.

De manera sencilla podríamos decir que la prudencia significa saber decidir bien.  Y eso implica dos movimientos esenciales:

-conocer objetivamente la realidad y

-transformar ese conocimiento en acción prudente.

La persona prudente contempla la realidad objetiva de las cosas y en virtud y a causa de este conocimiento de la realidad determina lo que debe o no debe hacer a la luz de unas metas. La prudencia significa, ante todo, la necesidad de que el querer y el obrar sean conformes a la VERDAD.

Características de la prudencia.

La prudencia es cognoscitiva e imperativa.  Analiza y estudia la realidad para luego “ordenar “el querer y el obrar. Por ello, la prudencia no es sólo saber informativo. Lo esencial de la prudencia es que este saber de la realidad sea transformado en acción prudente.

Los grados por los que pasa la prudencia o  virtudes hijas de la prudencia son:

a)Saber deliberar

b)Saber decidir o elegir

c)Saber ejecutar lo decidido o elegido

 

a)Saber deliberar

El primer paso de la prudencia es conocer objetivamente la realidad  para poder ordenar el querer y el obrar. No se  puede actuar prudentemente si no conozco la realidad como es.

Por tanto, es necesario pararse a deliberar como es debido y  formular unos juicios fundados y rigurosamente argumentados antes de lanzarse resueltamente a la acción.

Se opone a la prudencia la indisciplina, la manía de llevar siempre la razón o la falta de humildad para ver cómo son las cosas realmente.

b)Saber decidir o elegir

El criterio de decisión será siempre perseguir el bien y la verdad. Implicará no dejarse dominar por nuestros intereses egoístas y vencer toda tentación de injusticia, cobardía o intemperancia.

c)Saber ejecutar lo decidido o elegido

La prudencia no es solo conocimiento o saber informativo. Lo esencial de la prudencia es que este conocimiento se transforme en una acción prudente. Si en la deliberación conviene ser cautos, la acción deliberada debe ser rápida y permanente.

Por eso una forma de imprudencia es la falta de constancia. La deliberación y el juicio caen en saco roto si se dejan llevar por la pereza.

 

Requisitos que condicionan la perfección de la prudencia.

Para que esta virtud se perfeccione se necesitan tres elementos:

1.Memoria.

La memoria implica “fidelidad a la verdad” o  ser “fiel al ser”. Es algo más que la mera facultad de acordarse. Implica que el conocimiento objetivo de la realidad se torne medida del obrar, que la verdad de las cosas reales se convierta en regla de acción. Es decir, guardar en nuestro interior las cosas tal y como sucedieron en realidad. Por ello el falseamiento del recuerdo es la más típica perversión de la prudencia.

2.Docilidad

Esta debe entenderse como saber-dejarse-decir-algo que implica siempre la auténtica humildad.

La indisciplina y el querer llevar siempre la razón son modos de oponerse a la verdad de las cosas reales.

3.Objetividad

Consiste en afrontar objetivamente la realidad inesperada. De decidirse por el bien venciendo toda tentación de injusticia, cobardía o intemperancia.

 

Conclusiones finales.

◦       La prudencia significa rigor y el filtro de la deliberación que te lleva con arrojo a lo definitivo de la acción.

◦       La prudencia transforma el conocimiento de la realidad en práctica del bien.

◦       Implica la humildad del percibir en silencio, la fidelidad de la memoria al ser y el arte de saber dejarse decir algo.

◦       En la prudencia, soberana de nuestra conducta, se consuma la felicidad de toda una vida.

◦       En la  cooperación de la prudencia con la caridad se abre un potencial de posibilidades de acción más fecundo para la vida cristiana. El crecimiento en la caridad permite dejar que la verdad del ser de Dios y del mundo más hondamente experimentada se convierta en medida del propio ser y obrar.

 

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Bibliografía:

 

–        Pieper, Josef  (2012) “ Las virtudes fundamentales” Ed. Rialp.

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