(Palabras de Maite Morell, presidenta del AMPA)

Señor obispo, autoridades, claustro de profesores, familia de Santo Domingo.

La virtud cardinal de la Fortaleza, consiste en vencer la cobardía y la  vergüenza y huir con fuerza y vigor de la temeridad. Da valor al alma, para poder afrontar con coraje riesgos, moderando el ímpetu de la audacia, siempre manteniéndose en la recta razón en el obrar. Reafirma la resolución de resistir a las malas tentaciones y de superar los obstáculos morales familiares, sociales y profesionales. Hace capaz de vencer el temor y hacer frente a las pruebas y a las persecuciones.      

Esto es el reto pretendemos los padres este curso al adquirir el compromiso con Santo Domingo.

Dicha virtud acrecienta la prudencia de nuestros hijos, ayudándolos a complementar la generosidad sin dejarse llevar por actitudes manipuladoras de otros, por muy cómodas de cumplir que parezcan, o incluso sin sopesarlas mucho.

Ayuda a hacer el esfuerzo, para no dejarse llevar por los cánticos egoístas de la sociedad.

Mejora el carácter de nuestros hijos permitiéndoles sobrevivir en le ambiente que les rodea, a superar adversidades y a perfeccionar sus futuras actuaciones en la vida y así poder obtener éxitos personales y colectivos.

La fortaleza permite a padres e hijos, examinar y dialogar sobre las acciones u omisiones educativas, que voluntaria o involuntariamente estén realizando, y llegar a acuerdos, para mejorar la convivencia en los puntos de fricción.

Unos padres ricos en virtudes, transmiten valentía a los hijos, al comprometerse seria y profundamente, en la educación y formación de la familia; una enorme seguridad y armonía familiar, donde los hijos ven y sienten, que no hay violencia, gritos, ni peleas y sí mucho amor, respeto, educación y ayudas mutuas.

Por ello, desde la prudencia que aportan los años y las experiencias, los padres debemos educar al mismo tiempo que pedir ayuda para hacerlo. Colegio y familia somos uno en el más amplio de los sentidos.

Enseñemos a nuestros hijos, desde pequeños, a que sean fuertes, a pensar en el otro, a no quejarse más de la cuenta, a que sepan luchar cuando aparezcan contrariedades así como a ceder y a aceptar. Conseguiremos así una mayor satisfacción personal.

El ser humano no está creado para caminar sólo. Precisa de una meta común que nace en la familia, se prolonga en el ambiente escolar, progresa por una vida llena de buenos  y malos momentos y, gracias a las virtudes, regresa a las nuevas familias que se formarán.

Es la clave para el éxito.

Maite Morel.

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